Ciudad
de México, 29 de Abril de 2016
Introducción
Verónica
Guerrero Mothelet, tiene diversas publicaciones en la revista
editada por la UNAM ¿Cómo ves?, entre los temas publicados se
encuentra ¿Adiós al Hubble?; en la parte final de este artículo
se ostenta a Verónica como “periodista, divulgadora y traductora;
(quien) publica artículos e imparte talleres sobre los nuevos
paradigmas de la ciencia”, sin embargo, es necesario mencionar que
en ningún lado se encontró una cédula profesional de México que
la aluda como periodista o como traductora, eso no quita lo valiosos
del texto que ocupa lugar en este trabajo en el que se hablará de
la adicción o, como ella decidió llamarlo, “ El cerebro adicto”.
Cada
que encontramos un texto, vale la pena preguntarse si lo que dice,
influye en nuestro pensamiento, cuando hablamos del cerebro adicto,
probablemente el lector se remita, al igual que la autora, a drogas
que modifican la química cerebral y lesionan la mayoría del
organismo, quizás vengan a la mente la cocaína, la mariguana, la
heroína, el alcohol, el tabaco, entre otras que se asocian
fácilmente con el crimen, la violencia o transgresiones de ley, sin
embargo, existen otras drogas que no son cuestionadas o satanizadas
por el estado, incluso les dedican políticas de producción
específicas para que no sean molestadas con artículos
periodísticos o científicos en los que se hable del daño que
causan, el azúcar y la comida chatarra son ejemplo de ello o el
chocolate que es bien visto en gran parte del mundo, aún con sus
dotes estimulantes; por esas razones se lanza al aire la pregunta:
¿Son siempre lesivas las adicciones?, en el presente escrito se
pretende generar esa pregunta en el lector, inicialmente se hará un
pequeño resumen de lo que se lee en el artículo de Guerrero
Mothelet, asimismo se hará mención del tratamiento que proponen
los especialista que ella cita, posteriormente se dirán algunas
apreciaciones personales con respecto a su afirmación: “la
drogadicción es una enfermedad”, también se harán algunas
consideraciones con respeto a la adicción en otros terrenos, como
en el consumo de la comida y el azúcar, por último, se aportarán
datos de posibles tratamientos propuestos por Elsa Punset en el
programa “redes”. .
El
cerebro adicto
Antes
se reconocía a la drogadicción como un asunto de voluntad o de
moral, pero en épocas más recientes la perspectiva ha cambiado,
“dado que actúa en el cerebro modificando la química del mismo
se le considera una enfermedad”, ante esa nueva perspectiva,
también se requiere un tratamiento como el que se prodiga en el
caso de otras enfermedades, como la diabetes, Verónica (2015) hace
referencia a Nora Volkow quien actualmente es directora del NIDA
(National Institute on Drug Abuse); Nora observó que las drogas
actúan en diferentes partes del cerebro y pudo encontrar la causa
física de la dependencia a las drogas.
Verónica
cita en múltiples ocasiones a María Elena Medina Mora Icaza, en
este primer momento para apoyar su afirmación: “la adicción es
una enfermedad”. En un segundo momento, para expresar los
efectos en el cerebro al consumir algunas drogas como la nicotina,
el alcohol, los inhalantes y la cocaína, asimismo mencionar las
consecuencia en la mayoría de órganos corporales después de ser
asiduo consumidor.
Después
cita a Rubén Baler, científico de la salud de la Oficina de
Políticas Científicas del NIDA, para abundar en los perjuicios del
uso de droga en el cerebro, aclarando que cuando el cerebro inicia
con la adaptación a las sustancias “aparecen los primeros signos
de dependencia”, cuando se abusa de ellas (las drogas), se altera
el “tallo cerebral” quien controla el ritmo cardíaco, la
respiración, el sueño y la corteza cerebral y “el sistema
límbico” donde se encuentra el circuito de recompensa y se
procesan las conductas que permiten la supervivencia, en otra etapa
cuando ha ingresado la droga al cerebro obstaculiza la comunicación
entre neuronas, es decir el tránsito de los neurotransmisores en
las sinapsis; así que dependiendo del tipo de droga, se observa
una conducta distinta como resultado del efecto en la sinapsis, la
mariguana y heroína son similares a los neurotransmisores
naturales, pero las anfetaminas y la cocaína producen
neurotransmisores en cantidades excesivas generando una
intensificación en la sinapsis, de ahí que exista una excitación
o sobreactividad en el adicto.
A
fin de cuentas, la mayoría de drogas actúan en la dopamina que
desempeña un papel primordial en la sensación de placer y
recompensa, el cuerpo se acostumbra al exceso de dopamina y cada vez
la requiere más, ya no hay forma de llegar al placer de manera
natural, por lo tanto, si hay abandono de la sustancia de manera
temporal aparece el síndrome de abstinencia, conduciendo a la
apatía y a la depresión.
Otro
de los neurotransmisores dañados es el glutamato que afecta
directamente a las funciones cognitivas y de aprendizaje,
propiciando asociaciones de ambientes o circunstancias, con el
consumo, permitiendo así, un condicionamiento clásico (como el del
Dr. Pavlov con sus perros) en el que la repetición del ambiente
avocará la necesidad automática de la droga, por lo tanto, la
dependencia es el intento de adaptación por parte del cerebro ante
los niveles anormales de neurotransmisores.
Verónica
no deja de lado otro factor de riesgo, el contexto, mientras sigue
citando a Baler, aporta una lista que va desde la conducta temprana
del consumidor, la relación con padres y amigos, cohesión
comunitaria, hasta la pobreza y disponibilidad de la droga; comenta
que la dependencia física variará porcentualmente marcando
diferencias entre cocaína o nicotina, dado que es permitido social
y legalmente conseguir esta última.
La
adolescencia es un factor de riesgo para convertirse en adicto
debido al desarrollo del cerebro aún no finiquitado en esta etapa
del crecimiento, por tanto, más vulnerable en sus sinapsis y
producción de dopamina, aunado a esto, la toma de sediciones aún
no se hace con plena conciencia o raciocinio, sino por impulso y
emociones.
Otro
factor importante es la asociación que existe entre las adicciones
y las enfermedades mentales, ya sea por causa o por efecto, bien
puede ocurrir que niños fóbicos o ansiosos lleguen a la
adolescencia y si consumen alguna sustancia, pueden asirse de ella,
más que aquellos que no tenían trastorno de ansiedad o fobia en su
tierna infancia, o, como efecto a largo plazo, podría observarse
que algunos que en etapas tempranas de la vida consumieron
mariguana, aumenten el riesgo de padecer depresión o esquizofrenia
en la edad adulta.
La
autora menciona la adicción sin sustancia, refiriéndose a la que
surge ante la comida, el sexo o los juegos. Es importante
aclarar que las consecuencias no sólo son físicas, sino también
sociales, un adicto puede infringir la ley, ser violento ya sea
intencionada o no intencionadamente, afectan directamente al núcleo
familiar en su calidad de vida, emociones, economía y las
relaciones interpersonales que establecen con el entorno.
Tratamiento
desde su punto de vista
Debido
a lo anteriormente expuesto, se perciben necesarios la prevención
o, en su defecto, el tratamiento:
Como
prevención el citado autor Baler recomienda evitar lo negativo como
la delincuencia, la pobreza extrema, la mala nutrición, la falta de
ejercicio y dirigirse a un estilo positivo de vida donde exista un
ambiente saludable; la doctora Medina Mora asegura que un control de
venta de esos productos y la protección al sector de adolescentes,
serían un avance a la solución.
En
el texto se recomienda como tratamiento, modificar el sentido de
recompensa, sustituir la adicción a la mariguana, cocaína o
inhalantes por una adicción nueva: los fármacos, acompañados de
terapias cognitivas conductuales, asimismo, influir en el ambiente,
es decir, una terapia multidimencional.
A
grandes rasgos, esto es lo que hubo explicado la Autora.
¿Enfermedad?
Con
respecto al concepto enfermedad, en el artículo se afirma: “dado
que actúa en el cerebro modificando la química del mismo se le
considera una enfermedad”, es posible que se requieran más
elemento para referirse a ENFERMEDAD “La OMS (2014) define
enfermedad como ‘Alteración o desviación del estado fisiológico
en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas,
manifestada por síntomas y signos característicos, y cuya
evolución es más o menos previsible’.
‘La
enfermedad es la alteración leve o grave del funcionamiento normal
de un organismo o de alguna de sus partes debida a una causa interna
o externa’. Se entiende mejor, ¿verdad? Nos quedamos con que la
enfermedad es la alteración del funcionamiento normal de nuestro
cuerpo.
Esta
nueva definición indica que la alteración es leve o grave. Si es
leve, puede que el enfermo aún no sepa que lo es. Después de todo,
muchas enfermedades cursan sin síntomas aparentes. Por eso
aprovechamos para recordad que es más que recomendable someterse a
chequeos periódicos cada cierto tiempo. La detección precoz es uno
de los mejores aliados en la lucha contra la enfermedad”
(elblogdelasalud.es, 2014).
A
partir de lo anterior se podría apreciar, que la drogadicción
podría NO ser una enfermedad, porque si hemos de considerarla
enfermedad a partir de que hay modificaciones en el cerebro, el
organismo y la conducta, bastará ver que por lo menos tres veces al
día, si comemos, padeceremos estas modificaciones, así que todo
ser humano y animal no humano, está continuamente enfermo; podría
argumentarse que la definición de enfermedad incluye el hecho de
que esos cambios químicos lesionan órganos del cuerpo causando
problemas de salud, para tales efectos se puede aportar la cifra
encontrada en el vídeo ADICCIÓN
A LA COMIDA – DOCUMENTAL EN ESPAÑOL (2015),
“3000 000 de personas mueren por mala alimentación”. Otro dato
relacionado con el Azúcar (sustancia poco cuestionada en sus
políticas de producción)es, que en 2012 fallecieron 1,5 millones
de personas como consecuencia directa de la diabetes. Más del 80%
de las muertes por diabetes se registrarán en países de ingresos
bajos y medios en 2030 (OMS, 2015). En contra parte, en el año 2013
murieron 187 100 por consumo de drogas (20 minutos, 2015).
Si
establecemos las comparaciones correspondientes de muertes por año,
las causadas por drogas criminalizadas están por debajo de las
ocasionadas por diabetes y mala alimentación.
La
discrepancia con respecto al término enfermedad no necesariamente
es para contradecirlo, pero sí, para manifestar la necesidad de
extender honestamente el calificativo “ENFERMEDAD” a los actos
cotidianos como alimentarse en exceso o comer azúcar, dado que al
comerla, se generan picos de producción de insulina por el
páncreas, dañando de esta manera el funcionamiento de todos los
órganos, generando problemas de salud y la muerte.
Otros
datos curiosos con respecto a lo NO TAN DAÑINO
David
Nutt en el programa de Redes (2013) menciona algunos detalles que
pondrían en duda la malevolencia de las drogas en todos los casos,
un punto en común con el artículo de Verónica es el uso de la
mariguana y los daños que genera en el organismo, Nutt afirma que
se ha sido injusto con el cannabis, menciona que la persecución
contra el consumo de esta planta se fortaleció cuando fue abolida
la ley seca, dado que los cuerpos policíacos se quedarían
prácticamente sin trabajo, era necesario transferir del alcohol a
otro producto las acusaciones para mantener el empleo, el cannabis
se convirtió en blanco fácil dado el alto volumen de consumidores,
así que la estrategia, fue EXAGERAR los daños que la mariguana
propina al cuerpo, otro dato a recuperar es que, al año se gastan
en Europa 800 000 000 euros en servicios de seguridad por
criminalizar a los consumidores de Mariguana. Situación parecida a
la ocurrida con la prohibición del LSD por situaciones políticas y
no por reales motivos de salud .
Nutt,
aporta una tabla de comparación de daños que causan las drogas, en
la que se evidencian dos tipos de daños, al consumidor y a la
sociedad, es evidente que el alcohol supera a las demás drogas de
la tabla seguido de la heroína y el Crack, vele mencionar que los
esteroides anabólicos se encuentran en la lista.
Se
podría dar el caso en el que no se criminalice nuevamente el
consumo del alcohol, ni pensar que se persiga la distribución a
pesar de lo lesivo que resulta para la salud, sin embargo, no todos
colocarán esta tabla públicamente, mucho menos en una revista
patrocinada por bebidas y en el caso de artículos verdaderamente
científicos, procurarán enfatizar la causa de daños en otras
drogas.
¿Sin
sustancia?
Se
puede comentar que en el artículo de Guerrero Mothelet en un
recuadro nombrado “adicción sin sustancia”, se habla
efímeramente de aquella adicción a la comida, el sexo y los juego,
surge una polémica con respecto a la AUSENCIA de sustancia, ¿cómo
concebir esa afirmación como cierta?; en concordancia con el
documental ADICCIÓN
A LA COMIDA – DOCUMENTAL EN ESPAÑOL (2015),
existe también una modificación química en organismo y en el
cerebro a partir del consumo de grasas, generando más placer que en
el consumo de otros alimento, recordando un poco el vídeo de
Azúcar,
veneno de la élite mundial para controlar a las masas (2013),
pudo observarse en un estudio dirigido por Serge Ahmed del Centro
Nacional de Investigación Científica de Francia, con ratas a las
que de inicio se les había suministrado cocaína y después agua
azucarada, que “el 80% de las ratas se decantaron por el agua
azucarada en lugar de la cocaína”. Con base en estos detalles, es
posible suponer que existe una adicción SIN SUSTANCIA, pero NO
asegurarlo, dado que la dopamina y otros químicos en el organismo
se ven modificados constantemente ante diferentes estímulos, de ahí
que existan adictos al trabajo, a los juegos, A LA COMIDA y al
azúcar.
El
azúcar y comida son sustancias de cualquier forma, sin embargo, la
dopamina se ve afectada con la ludopatía o los deportes extremos,
¿la dopamina no es la sustancia misma?, ¿el ser humano no es
sustancia?
Algunos
acuerdos con respecto al tratamiento
Verónica
citando a Baler recomendó evitar lo negativo y dirigirse a un
estilo de vida positivo, retomando a la doctora Medina Mora, cabría
la posibilidad de mejoría de un problema como la adicción,
monitoreando y controlando la venta de productos, por últimos habla
del uso de fármacos aunados a una terapia conductual cognitiva.
Cuando
se hubo revisado la programación de redes N° 145 y N° 148,
específicamente en la cápsula “La mirada de Elsa”, pudo
encontrarse algún vislumbre de tratamiento que se acerca a lo
propuesto por la periodista Verónica.
Se
propone estimular las emociones en situaciones similares en las que
se formaría una dependencia, por ejemplo, se entiende que muchos
adolescentes se vuelven adictos al consumo, por su necesidad de
relacionarse con el grupo de iguales en un antro de manera continua,
se sospecha que la adicción fue el condicionamiento por las
relaciones que se establecen más que por la droga, entonces,
generar actividades emocionantes con grupos de amigos en horarios
continuos, deportes, salidas, viajes, servicio voluntario y el
ayudar a otros podrían ser benéficos para disminuir el consumo.
En
otro momento Elsa Punset entrevista a un monje tibetano quien
recomienda la meditación; lo llamativo de sus comentarios es, que
hizo referencia a la introspección, a lo que cada ser humano
percibe de sí mismo, del cariño que siente hacia su propia
persona, la importancia de tener contacto con el ambiente natural
tal como ocurre con las personas que viven en el Tíbet, donde las
relaciones interpersonales se cultivan estrechas, con valores
diferentes a las aplaudidas en el mundo occidental, cuyo valor
individual depende de la economía y no de la belleza interior.
Conclusión
El
objetivo era revisar brevemente el artículo “El cerebro Adicto”,
escribir algunos efímeros puntos de vista con respecto a su
afirmación “la drogadicción es una enfermedad” y aportar otras
apreciaciones personales con respecto a la adicción al azúcar y la
comida.
Pudo
revisarse el artículo de Verónica, para hacer un resumen, se logró
buscar información en la que se define enfermedad, fue posible
localizar vídeos que hablaran de la adicción a otras sustancias
que no son drogas e incluso se encontró información relacionada
con el tratamiento.
La
palabra enfermedad puede aplicarse al uso de drogas, pero también
al del consumo del azúcar y alimentos, incluso a la ludopatía y la
ejecución constante de juegos extremos, por las modificaciones que
generan en el organismo y la posibles problemáticas de salud que
eventualmente propician.
Se
dedicó un espacio para hablar de lo “NO TAN DAÑINO”, porque se
da el caso en el que algunas drogas no lesivas como el LSD son
satanizadas por cuestiones políticas o económicas y se especificó
el caso de la persecución hacia el Cannabis a partir de la
abolición de la ley seca.
Se
explicó que el tratamiento es importante para disminuir la
problemática de adicciones desde el control social hasta un
autocontrol y una mejor autopercepción.
Cabe
mencionar que en cuestión de adicciones, valdría cuestionarse si
¿son
tan lesivas como las pintan? Eso
depende del tipo y grado de adicción, también, esa respuesta está
supeditada al producto, droga, alimento o fenómeno al que se esté
siendo adicto.
Referencias
Sánchez
Alejandra y José Antonio Cordero. (2009). “ La banda de las
Recodas Vs. Las adicciones”. Gregoria
la Cucaracha. D.
F.: Canal 22, ICyTDF y UACM.
¿Por
qué el tema?
La
elección del tema se debió a que las adicciones son una constante
en mi vida cotidiana, es común ver a adolescentes inhalando,
tomando o fumando, si bien, los otros temas propuestos son
llamativos, las cifras y datos me parecen más tangibles, sabiendo
que gente cercana se encuentra inmersa en la adicción.
¿Desde
dónde empecé?
Para
empezar a escribir, partí del supuesto equivocado de que la autora
del texto había hecho una copia fiel de un vídeo visto con
anterioridad, llamado “El cerebro Adicto” dirigido por la
Universidad de Navarra, así que me pareció conveniente desmentir o
confirmar mi supuesto, al inicio sólo quería hacer una comparación
entre el vídeo y el artículo para establecer las diferencias, pero
a lo largo de la lectura surgieron otras inquietudes.